Uno pensaría que en teoría compartes una base moral con gran parte de las personas con las cuales te rodeas. Que son quienes, aún cuando tengamos objetivos e ideales distintos, son capaces de distinguir entre el bien y el mal. Que todos al ver el sufrimiento humano, padres, madres, niños destrozados, sabríamos qué es lo correcto. Y siempre con estos binarios, que es cierto, son irreales. Porque siempre van a ir dependiendo del contexto en el cual se encuentran y me he convencido que el contexto es esencial porque es determinante. Eso viene acompañado con la cuestión moral. Porque una pensaría que, habiendo recibido en parte la misma educación, o compartido algún curso, que aún cuando la clase nos atraviesa y nos distancia, había un consenso social básico respecto a que ciertas cosas son mas bien objetivamente "malas". Como, exterminar a una población en razón de su sexo, raza, religión, entre otros es malo. Defender por todas las vías posibles a quienes pueden ser perseguidos por pertenecer a alguna categoría es bueno. El genocidio es malo. Defender a la población que se encuentra en proceso de exterminio, es bueno. Al menos, no puede ser malo... El problema es una cosa de contexto, de entender quién tiene el poder en dicha situación y quién se beneficia de ello. Pero no parece tan difícil ver la diferencia moral de dos hechos que se contraponen y ambos tienen expresiones violentas. Si podemos concordar en que matar nazis no es malo y es bueno porque ellos son malos, porqué no podemos concordar lo mismo con los sionistas que concuerdan con el exterminio de un pueblo semita que habita entre el río y el mar, los palestinos. Y es porque quizás la dura realidad es que no todas las vidas valen lo mismo y que es efectivo que lo que se juzga de Alemania en los 30-40 son las mismas prácticas que se venían implementando y se continuaron, en las colonias. En las colonias europeas en áfrica, en donde Leopoldo cometió de el mayor genocidio de la historia en el Congo, los Franceses en Algeria, los Ingleses en la India, los Españoles en América, y tantos otros. Esas mismas prácticas inhumanas eran y son utilizadas en las colonias, así se trataba a los "indios". Lo legal no es lo moral, la esclavitud era legal, las usurpaciones de tierra fueron legales, el exterminio bajo la consigna de seguridad nacional es parte del aparato legal. Qué es lo moral, es una pregunta frecuente en la filosofía y que la mayor parte del tiempo es difícil concretar porque siempre parece que al momento de grandes disyuntivas morales, la respuesta respecto de "lo correcto" no es obscura. Y eso es porque parece que todos concordaban en que era efectivamente lo correcto, a posteriori. En el momento en el que ocurre, parece haber cierta ambigüedad. Qué es entonces, lo que pasa al momento de estar viviendo con el constante recuerdo de un exterminio en curso, que nos deja paralizados, cuestionando si lo que vemos, creemos, sentimos es válido o no? Cómo es que nos han enseñado de los horrores de la humanidad, pero que al momento de enfrentarse a estos, no podemos identificarlos ni distinguirlos? En qué nivel de fracaso nos encontramos como sociedad cuando, con todo el aparato que hemos construido, no tenemos capacidad para enfrentar o al menos intentar bifurcar el camino? Qué es lo que nos ha hecho incapaces de movilizarnos con el fin de buscar el bienestar de otros humanos, tan y quizás aún más parecidos a nosotros que quienes aparentan ser semejantes. Ser de un país al sur del mundo y parte del escenario como un peón más, en donde ya una vez unos que aparentaban ser como nosotros, que se decían semejantes, de la misma nacionalidad, nos entregaron a intereses extranjeros y propios, truncando para siempre nuestro destino y plantando una semilla de miedo que hasta hoy se siembra. Eso nos debería hacer entender quienes son nuestros amigos y quienes no, qué debemos defender y qué no, debería ser suficiente para darnos cuenta que seremos nosotros los siguientes. Porque no somos semejantes, somos otros, somos ajenos, no somos lo mismo, distintos, menos. Y sí, menos, porque de lo contrario, el pasado no hubiese ocurrido. Y no importa cuánto lo intenten, jamás serán como ellos, jamás serán semejantes. Y quien no te reconoce como semejante, no te reconoce como humano. Aún no entiendo\ porqué nuestra moral\ se ha construido\ por quienes destrozan a otros humanos\ Porqué escuchamos\ consejo y guía\ de quienes están dispuestos\ a volar niños en pedazos\ y matarlos de\ HAMBRE. Y ahí es donde la indiferencia genera un poco de pánico, uno abismal, profundo. Es el de ver el sufrimiento y no solo no poder hacer más o sentirse incapaz, es ver cómo otros, semejantes, otros tuyos, son capaces de no ver, no hablar y no escuchar. Ciegos, sordos y mudos. No entiendo cómo se puede elegir no ver, no escuchar y no ofrecer algo, aunque sea una palabra, a quien lo necesita. Honestamente, no entiendo la indiferencia respecto a lo ajeno. Es aprendida, sí. Pero en algún punto, algo te debe carcomer, el saber en el fondo pero temer mirar al abismo. Y mientras más aprendo, hay mas semejanzas y menos ajeno. Y cuando uno ve la indiferencia en los propios, en los semejantes, el dolor de la decepción, del quiebre, es algo que también se teme enfrentar. El duelo. Y la indiferencia, acarrea rabia. Rabia en quienes la ven, porque es absurdo. Es burda. Es negación. Y da rabia que sobre la obviedad, se escriban complejidades, justificándola. Es negación.\ Y la indiferencia es mover los límites, probar fronteras, ver que tan rojas son las líneas de lo que no debe cruzarse. Porque una vez que se persigue a un grupo humano, siempre habrá un siguiente y a ese puede ser que te toque pertenecer. Creer que la tolerancia es permitirlo todo, es no entender que la intolerancia no está permitida. Es distinto ser intolerante con la intolerancia, que tolerar la intolerancia y es una diferencia no solo de discurso, es diferenciar moralmente entre dos situaciones que pueden parecer similares o ser relatados de forma similar pero que de fondo son distintos. Es entender que la resistencia ante la ocupación tiene una posición moral, porque no es lo mismo la defensa ante una entidad ocupante que las acciones que dicha entidad ejecute, se califican en forma distinta, se pesan en forma distinta. La indiferencia es confirmar el éxito de hacernos creer en lo ajeno, en los otros, como tan distintos, que se les pueden hacer cosas que calificamos horribles, inhumanas, horrorosas hechas a semejantes. Y esa hipocresía, es quizás el mayor éxito de la indiferencia. Porque es saber que está mal, pero negarse a reconocerlo. Es querer darle una vuelta. Es complicarlo para decir que todo es muy complejo y difícil de entender. Y puede que sea complejo y difícil y así son las cosas a veces. Otras veces son sencillas y se llenan de complejidades para distraer. Y entender el mundo a nuestro alrededor es ambas cosas. La indiferencia nos muestra lo fácil que es hacer del otro, un ajeno tal que, puedes ignorar su dolor. Y eso, también es propaganda. Que nos ha despojado y seleccionado con quienes y como debemos tener empatía. Quienes son los semejantes.\